Pedazos de corazón

La ciudad, sitiada por el hartazgo y las rutinas trashumantes, sirve de escenografía a esta novela que se escribe desde el retrato de un hombre que la recorre enfundado en sus pensamientos.

Mariano se traspone a la urbe mientras va hilando su historia, un apesadumbrado tango con el que, embebido de la realidad de una Bogotá sin filtros, este oficinista dibuja cada fotograma con el blanco y negro de su propio delirio mientras cuenta su debacle.

Con el cuidado de un relojero que en cada tic tac va recogiendo las migas del órgano sanguinolento que nombra a la novela, aquí desde la voz de un Carlos Gardel de vinilo, «Pedazos de corazón» transita la ciudad a la vez que dibuja una suerte de cartografía del desamparo en la que amores y desafectos le sobrevienen como una llovizna, mientras sus protagonistas enfrentan las terribles consecuencias que supone el respirar en una ciudad de pobres corazones.