Balas perdidas (2ª Ed.)

El pistolerismo más descarado que registra la historia del crimen organizado como negocio, reinaba en Norteamérica por los años, finales de la tercera década del actual siglo. Era el apogeo de la gloria escandalosa de los Diamond, Capone, Dillinger y tantos otros delincuentes, que al aparecer por teatros y clubs nocturnos, provocaban la misma admiración que hoy producen las estrellas del cine. Pudieron algunos sobrevivir y no caer en las redes policiales, debido al soborno y la inmoralidad de muchos funcionarios estatales. No había aún Edgar Hoover organizado el «Federal Bureau of Investigation». La policía metropolitana de cada estado, era constantemente relevada en los individuos del cuerpo que demostraban demasiado celo en la persecución de pruebas contra determinadlo jefes de «gang».